El Coronel Joaquín Arrechavala es un personaje mítico basado en la historia de Nicaragua, durante el periodo colonial. Nació en Madrid España en el año 1728, Sus padres fueron: José Antonio de Arrechavala y Abrosía de Vilchez. El Rey de España, Carlos II de Borbón, lo envió a Nicaragua, para que formara parte de la oligarquía nicaragüense, que evoca entre otros los nombres de Sacasa, Chamorro, Zavala y el prelado García Jerez.
Esta Burocracia española de la época colonial acumuló capitales improductivos conformados de tesoros incalculables en oro, plata, y bienes raíces con el fin de mejorar su posición social. El 14 de febrero de 1791, Joaquín Arrechavala fue ascendido a Coronel. En el periodo de 1811 a 1812 Nicaragua fue marcada por violentas insurrecciones contra la dominación española en busca de la independencia. En este período de agitación, el coronel Arrechavala fue uno de los principales promotores de la adhesión de León al Imperio Mexicano de Iturbide, para asegurar y garantizar la estabilidad de sus intereses.
Durante y después de la abdicación del Imperio Mexicano, el Coronel mostró un implacable odio y aversión por los indígenas. Es por eso que él personalmente se paseaba por las noches montado en su caballo lujosamente adornado y latigueaba a todo indígena que encontraba en las calles. Solía vestir su uniforme militar adornado de charreteras y hebillas doradas. Su caballo era negro con su freno de metal precioso, y aterraba a los caminantes nocturnos con todo ese ruido y los indios se espantaban apenas lo percibían a lo lejos o si escuchaban el galopar de su brioso caballo.
Arrechavala era identificado como un espíritu nocturno, porque siempre se le veía por las noches en guardia para asegurar el orden en ese período de sublevaciones contra el gobierno colonial. Joaquín Arrechavala, así como los muchos oligarcas de esta época, enterraba sus riquezas. Sin embargo, para el indígena la acumulación de éstas era inconcebible, ya que debían servir para la celebración de una fiesta en la que participara toda la comunidad.
Una de las leyendas es la aparición del fantasma de Arrechavala, vestido de militar, cabalgando en su caballo sobre la Calle Real, ahora Rubén Darío, que comienza en la Iglesia El Calvario y finaliza en la Iglesia Sutiava. Indiscutiblemente la gente, en esos días, creía que los muertos aparecían. Según unos espiritistas cuentan que hablaron con él y les dijo que dejaría de molestar si conversaba con un familiar para indicarle donde estaba enterrado el tesoro que había acumulado hasta su muerte. Arrechavala, condenado por el pueblo, debe errar eternamente entre los vivos para vigilar sus tesoros enterrados, muere en el año 1823 (a los 95 años de edad).
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